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Aprendiendo a esquiar
Temas tratados en este manual.
- El material
- La caída
- La adaptación
- El equilibrio dinámico
- La mente
- El descenso directo
- La cuña
- La cuñá
- Giros en cuña
- Deslizándose
- Protégete del frío
- Posición corporal
- Las gafas
- Sistema de Enseñanza de la Cuña
- Los bastones
- Los guantes
- Ejercicios para el descenso directo
- La alimentación
- Sistema de Enseñanza de la Cuña
- Perfecciona el ski

Términológicamente básico
  • Ataduras.- Fijaciones (palabra también usada en el snow).
  • Carving.- Nueva modalidad de esquí. Tablas con cuerpo de avispa, estrechas de patín y más anchas de cola y espátula.
  • Cuña.- Colocar los esquíes en “V” invertida para controlar la velocidad.
  • Forfait.- Abono que permite utilizar todas las instalaciones de la estación.
  • Fuera de pista.- Modalidad que se practica en las zonas no pisadas por las máquinas.
  • Huevo.- Posición de velocidad.
  • Monte.- Espacio situado por encima del esquiador.
  • Palillos.- Bastones.
  • Schuss.- Descenso en la línea de mayor pendiente.
  • Valle.- Espacio situado por debajo del esquiador.
  • Pistas.- Se distinguen por colores. Negras, muy difíciles; rojas, difíciles; azules, sencillas; y verdes, debutantes.
El material

El éxito del esquí es que el aprendizaje es relativamente sencillo.
El primer contacto con la nieve es el más importante, por ello lo mejor, antes de entrar en inversiones de material, es asesorarse en los establecimientos de alquiler a pie de pista, que nos proporcionarán el material más adecuado. Y conociendo unas mínimas reglas básicas, todo será más sencillo.

Los esquís conviene que sean cortos, no mucho más largos que la estatura del esquiador; anchos, para ejercer mayor control y estabilidad sobre la nieve, y blandos, para absorber mejor las vibraciones. Es mejor que los primeros pasos se den con un profesor, para evitar el desánimo y posibles lesiones en las primeras caídas.

Es importante no dejarse seducir por las marcas, los colores o las últimas novedades de material si no se está seguro de poder sacarle partido. Esta regla se rompe con el carving, la modalidad que está revolucionando el mundo del esquí y que resulta más sencillo de aprender y dominar que el sistema tradicional, además de producir sensaciones más explosivas con los primeros giros.

Las tablas son más cortas que las tradicionales, con la espátula y cola más anchas, lo que permite realizar giros cerrados sin dificultad, volcándose casi totalmente sobre el interior de la curva. Una sensación muy parecida a la del snow. Al tener más superficie útil en contacto con la nieve, el debutante se siente más seguro y podrá efectuar giros más cortos con el máximo control.

La accesibilidad del carving ha supuesto un nuevo concepto de este deporte de modo que todas las casas se han adaptado pronto a este sistema y la mayoría de las tablas tienden al cuerpo de avispa; hoy es muy raro encontrar esquís totalmente simétricos.

Pero las tablas son sólo una parte del esquí, son las fijaciones y las botas las que nos mantienen en permanente equilibrio. No hay mucha diferencia de calidad entre las diferentes fijaciones y es recomendable asesorarse antes de adquirirlas. Una buenas fijaciones, ajustadas dependiendo del nivel del esquiador (a nivel más bajo, más flojas), son la mayor garantía para evitar lesiones graves.

Las botas son una de las partes más importantes del equipamiento, ya que los esquiadores pasan muchas horas enfundados en estas incómodas escayolas. Por ello conviene que sean cómodas, que se ajusten bien al pie y que no causen ninguna molestia. El más mínimo roce puede convertirse en una inmensa ampolla. Las de apertura trasera son las más fáciles de enfundar.

Las tres G del esquí son el complemento imprescindible para disfrutar de la nieve: gorro, guantes y gafas. No son una frivolidad; son necesarios para combatir el frío y la refracción del sol sobre la nieve.

La caída

¡Para aprender no es necesario caerse!
Deberíamos hacer un exhaustivo estudio para descubrir las razones que llevan a los neófitos a pensar que para aprender a esquiar es imprescindible caerse. Si bien es cierto que, por tratarse de un deporte de equilibrio, las caídas son habituales en el esquí, es precisamente durante los primeros días de práctica cuando menos deberíamos caernos.

Todo dependerá de la forma en que decidamos aprender. Incluso la persona menos diestra no se caerá, o lo hará muy poco, si va acompañada de un profesor. Éste le indicará cuándo, dónde y cómo debe adaptarse al nuevo medio y al material, para que la primera experiencia en la nieve sea todo un éxito. Sobre este tema hemos hablado largo y tendido pues, realmente, de empezar a esquiar guiado por un profesional a hacerlo completamente solos hay un gran abismo. Realmente es un placer introducir a un niño o a una persona adulta al mundo del esquí bajo el lema sin prisas al principio para aprender más rápido. De esta manera disfrutaremos de este fantástico deporte desde el primer día, crearemos una base técnica sólida que nos permitirá progresar rápido y con confianza y, lo más importante de todo: ¡nos ahorraremos un montón de caídas totalmente innecesarias!

La adaptación

Es muy importante que en el primer contacto con la nieve todo esté controlado ya que se sentarán las bases de nuestra futura progresión. Si lo pasamos bien y aprendemos rápido pronto nos convertiremos en forofos esquiadores, por el contrario, si esta primera experiencia es desagradable, es posible que nunca más nos calcemos unos esquís y sería una lástima pues estamos hablando de uno de los deportes que mejores sensaciones nos puede dar, bien sea por el entorno en el que lo practicamos, porque es uno de los pocos que se puede practicar con toda la familia o con los amigos, o porque nos brinda unas sensaciones de libertad sin igual. Por eso en la etapa de iniciación la compañía de un profesor de esquí es más que recomendable, pues velará en todo momento por nuestra seguridad y procurará que la transición hasta conseguir dominar la forma más básica de girar sea, agradable, fácil y rápida. No olvidemos que el nuevo medio en el que pretendemos movernos es hostil, al igual que el material que necesitamos para la práctica de los deportes de nieve, al menos hasta que consigamos adaptarnos.

Una buena adaptación empieza por la revisión del material: ropa de abrigo, gafas de sol, guantes y cremas de protección solar para los labios y la cara son fundamentales. Si pasamos frío nuestros músculos se contraen y el riesgo de lesionarse aumenta lo cual comprenderéis que no es bueno, mas allá de lo desagradable que es intentar concentrarse en una actividad mientras estamos tiritando. El sol en la montaña y especialmente cuando hay nieve puede quemarnos la piel de la cara, cortar nuestros labios o dañarnos los ojos con suma facilidad, no los descuidemos.
Es imprescindible también utilizar las botas de la talla que nos corresponde y ajustarlas correctamente, al igual que la medida de los esquís y los bastones si queremos progresar rápidamente.

Una vez equipados deberemos acostumbrarnos a andar con las botas y aprender a transportar el material. Aprender a sujetar las correas de los bastones y como calzarse y descalzarse los esquís será el siguiente paso. Entonces haremos una serie de ejercicios que nos servirán como precalentamiento y nos permitirán ir sintiendo las nuevas sensaciones.

En la zona de debutantes y después de haber revisado el material, haremos unos ejercicios de calentamiento y practicaremos una variedad suficiente de ejercicios en parado, después empezaremos a desplazarnos por el llano. Pasados algunos minutos, nos sentiremos más cómodos con el material y nuestros movimientos serán menos torpes a medida que progresemos deslizando lentamente con la ayuda de los bastones. ¿ Dónde debemos practicar estos primeros ejercicios?: En el llano.

El equilibrio dinámico

El desarrollo del esquí depende directamente del denominado “balanceo dinámico”, esto es, de nuestra capacidad para balancearnos sobre nuestros esquís al desplazarnos por diferentes terrenos y ante gran cantidad de situaciones.

Controlar este “balanceo” es algo que se consigue con la práctica, pero también requiere de una perfecta mentalización. De hecho el esquí requiere del perfecto equilibrio entre la realización correcta de los movimientos técnicos (lo cual se consigue principalmente con la experiencia) , y una disposición mental adecuada. Si la actitud mental no es la correcta difícilmente seremos capaces de aplicar la técnica.

La mente

Consejos prácticos para conseguir un estado mental adecuado:
Visualizar el descenso. Se trata de una técnica de relajación utilizada por muchos esquiadores. Consiste en la visualización de la imagen en la que el esquiador aparece descendiendo por la nieve, se incluirán todos los elementos necesarios para que la imagen resulte lo más real posible: más esquiadores, el telesilla, su ruido... Trate de visualizar el conjunto e intente incluso reproducir sus sonidos; asocie todo ello con una sensación de calma, de control. Esta es una de las mejores técnicas de relajación que existen, practicada por muchos esquiadores tanto principiantes como experimentados.

La importancia de la concentración: la gran mayoría de los errores que se cometen esquiando parten de una falta de concentración. A pesar de que resulta prácticamente imposible mantener un estado de concentración máximo durante todas las horas en las que nos encontremos esquiando, debemos intentar no bajar del todo la guardia en ningún momento.

La concentración es vital, pero no debe entenderse como tensión corporal sino, muy por el contrario, un estado de relajación en el que no se nos escapa absolutamente nada de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

Esta concentración se consigue con la técnica de visualización de la que hemos hablado antes
El pensamiento positivo: otro de los puntos principales para el aprendizaje. El esquiador novel debe tener muy claras cuáles son sus metas, disponer de metas perfectamente definidas no sólo nos servirá para reducir los momentos de dudas (“¿seré capaz de bajar por aquí”?), sino que además minimizará los pensamientos negativos.

Es importante marcarnos objetivos que sean alcanzables y que no nos generen ansiedad. Controlar la situación: el miedo suele aparecer cuando perdemos el control de la situación.
De ahí que resulte tan importante que cada esquiador esquíe a su nivel, manteniendo el control en todo momento y avanzando poco a poco.

El descenso directo

Con el descenso directo podemos decir que empezamos a esquiar de verdad pues comenzamos a deslizar en una ligerísima pendiente. Si seleccionamos el lugar idóneo no deberíamos tener ningún tipo de complicación en la práctica de este ejercicio. A pesar de eso es recomendable hacer varios descensos para ir ajustando la posición y para experimentar holgadamente esta nueva forma de desplazarse.

La posición debe ser natural, cómoda. Los esquís están separados a la altura de nuestras caderas, están paralelos y se apoyan planos sobre la nieve. Estamos centrados sobre el eje, ni adelante ni atrás, y mantenemos una semiflexión de nuestras articulaciones. Los brazos separados con las manos por delante dejando caer los bastones hacia atrás.

Deslizar sobre la nieve es muy agradable pero las primeras veces que lo hacemos nos sentimos un poco inseguros. Aunque puedan parecer secundarios, todos los movimientos que hacemos no sólo durante los distintos ejercicios sino que también a la hora de colocarnos, remontar en escalera o tijera, etc... nos ayudan a progresar casi sin darnos cuenta. ¿Dónde debemos practicar el descenso directo? En una ligera pendiente con llano y contrapendiente al final. Es fundamental que la forma del terreno detenga nuestra marcha sin que tengamos que actuar nosotros pues todavía desconocemos los distintos mecanismos de frenado.